martes, 20 de diciembre de 2011

En julio de 1984, más de 1500 analistas de todo el mundo, agrupados en torno a la asociación internacional del campo freudiano, estábamos en Buenos Aires reunidos en torno a una pregunta: ¿Cómo se analiza hoy?
Aquel encuentro, marcó un antes y un después en la práctica de muchos de nosotros. Respecto a cuestiones como el tiempo de las sesiones, la duración de los tratamientos, el uso del dinero como interpretación; y, por sobre todo ya se presentaba la cuestión de la eficacia y de los resultados.
Hoy, 27 años después, la pregunta que nos convoca, es ¿Quién se analiza hoy y por qué debería hacerlo?
En este tiempo, el avance del discurso universitario y la falsa ciencia, han planetarizado el para todos en lo que se refiere a la salud mental entre otras cosas. Ya, la familia como lugar de subjetivización va siendo eliminada de a poco y nosotros hemos decidido sostener el reverso.
En el camino de dicha apuesta nos encontramos con nuevas formas del malestar en la cultura a los que llamamos nuevos síntomas; es frente a estos que ofrecemos nuestra respuesta y eficacia, casi siempre basada en la recuperación de trazas casi perdidas que conformaron a esos sujetos.
Las ofertas en el mercado, son múltiples; el autismo de la autoayuda, los grupos unidos por el síntoma, sean alcohólicos narcóticos, jugadores o adictos al sexo, todos se reúnen a hablar de eso y se hacen un nombre y hasta se esperan las recaídas.
¿Deberíamos competir con eso, o seguir nuestra apuesta política y clínica del uno por uno?
Raúl Carmona

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