Destino vs. Libertad
“No lo puedo
creer! Otra vez me pasó lo mismo! Cómo puede ser!
Bueno, la
verdad, es que para qué me voy a preocupar si el destino ya está escrito. Mi
abuela siempre decía que nadie se muere la víspera.
Pero me acuerdo
que se peleaba mucho, pero mucho, con mi papá que decía que cada uno es
artífice de su destino. No se. Quién tenía razón? A veces pienso que ella era
la acertada, pero qué pasa si en realidad es él quien tiene razón?”
Cómo enfrenta
el psicoanálisis esta encrucijada?
Si tomamos las palabras de Lacan en el
seminario 23 "Sólo
hay destino para los seres que hablan ¿Cómo es que todos nosotros no
percibimos que las palabras de las que dependemos nos son, de alguna manera,
impuestas? … Somos hablados y, debido a esto, hacemos de las causalidades
que nos empujan algo tramado…"
El sujeto lacaniano aparece
como un vacío efectuado por el lenguaje que no podrá ser nunca representado en
su totalidad por ningún significante, por eso es tan singular y está atravesado
por la barra que lo tacha y que señala la opacidad que lo habita que lo
presenta siempre como no idéntico a sí mismo.
Ese lugar vacío va a ser
llenado por los significantes que lo puedan identificar, o fijar a ciertos
ideales. Nace en el lugar del Otro, por eso sus tramas históricas, sus
herencias, sus bagajes, sus elecciones más íntimas quedarán formateadas por el
juego combinatorio de los significantes de su historia.
A esto tenemos que sumarle
la contingencia que presentará, por ejemplo, los encuentros amorosos del sujeto
en una forma azarosa y contingente.
Un delicioso relato del
Alain Badiou nos ilustra este punto.
Mi madre era muy anciana. Iba con ella a comer a un
restaurante las noches que mi padre –cuando se es hombre, hay que saber dejar
un poco a su mujer, cualquiera sea la edad– partía de caza. Iba entonces a
verla, porque ella no se acostumbraba jamás a que mi padre la dejara para ir a
matar bichos, y mi presencia endulzaba las consecuencias de esa femenina falta
de aceptación. Me contaba en ese momento todo lo que jamás me había contado.
Era la ternura final, tan conmovedora como la que se tiene con los padres muy
viejos. Una noche, me cuenta que antes de haber conocido a mi padre, cuando era
profesora en Argelia, había tenido una pasión, una gigantesca pasión, una
pasión voraz, por un profesor de filosofía. Esta historia es absolutamente
auténtica. La escuché evidentemente en la posición que imaginan, y me dije: y
bien, he aquí, no hace nada más que cumplir el deseo de mi madre, al cual el
filósofo de Orán se había sustraído. Había partido con otra y ese terrible
dolor de mi madre –en el fondo subsistía todavía a los ochenta y un años– yo
había hecho lo que podía para consolarlo.
Yo
mismo, de la manera más inconsciente que puede haber, nunca hice más que,
siendo filósofo, responder a un llamado que ni siquiera había escuchado. Tyché y automaton juegan irremediablemente su partida.
Lacan nos mostró la importancia de las estructuras y el modo en que
éstas condicionan a un sujeto. Hay condicionamiento, pero no fatalidad. Siempre
hay lugar para la libertad, y el psicoanálisis tiene un papel muy importante en
la liberación de un individuo.
Stella Palma
22-6-12