Sobre la forclusión social
Lacan no habla de forclusión generalizada pero se refiere a otras
forclusiones, diferentes a las del nombre del padre particularmente en dos
ocasiones: la primera cuando analiza el capitalismo, la segunda cuando responde
a una pregunta que se le formula en el
Seminario 23. Vayamos, en principio, a
la primera. En El saber del psicoanalista[1]
afirma que lo que distingue al discurso del capitalismo es “el rechazo
Verwefung de todos los campos de lo simbólico
de la castración y del amor”. Se trataría aquí de una forclusión
producida por un sistema social, y Lacan no retrocede a la hora de
diagnosticar una época y sus mecanismos,
incluso en utilizar aquellos que extrae
de las estructuras clínicas. Ya Freud[2] decía
que se podía hablar de culturas neuróticas, pero con la salvedad que en la néurosis individual se cuenta con
el contraste que separa al enfermo de su entorno, aceptado como “normal”
mientras que, en una masa afectada de
manera homogénea falta ese trasfondo. Es interesante tal observación, ya que
ella nos lleva a advertir que los sujetos inmersos en una comunidad, pierden criterios para
localizar los puntos sintomáticos de su tiempo. No es indiferente que Freud
hable de una cultura neurótica, dándole, en este sentido, un valor a la
represión mientras que Lacan se refiera a un mecanismo que tradicionalmente
correspondió a la psicosis. Quizás esa
sea la clave que explica como muchos psicóticos encuentran hoy en día la manera de encontrar una inserción
identificando sus “rarezas”- que hace un
tiempo hubiesen sido vistas como locura- con los síntomas de la época que otros
también padecen. Cortes en el cuerpo,
piercing a doquier, graves anorexias, bulimias desaforadas, no siempre dan
cuenta de neurosis y se toleran
socialmente como “modas” y maneras de
ser. Una paciente que se tajea los
brazos, relató que en la calle un joven le preguntó como se llamaba tal
“diseño” y dónde lo hacían, viendo en las incisiones una suerte de look ¿Sería la época freudiana la de las psicosis extraordinarias y
ésta la de las ordinarias? Ello no quiere decir que hoy las primeras no
existan, sino que, lo que una época represiva nombra como “locura”, pasa mucho
más desapercibida donde reina un mecanismo forclusivo.
¡Cuántos casos
se manifiestan en esas existencias
en las que notamos ese paulatino desasimiento de todo aquello que enlazó a la vida!
Desenlace afín a lo que Miller y Laurent2
ubicaron como progresivo
desenganche del Otro en las psicosis ordinarias. Pero tales desenganches se
sostienen en las nuevas consignas de reinventarse cada día, partir de cero, dar vuelta la página y lo que
antes era considerado un comportamiento errático hoy encuentra una nominación
social.
Silvia Ons
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